Los beneficios del desarrollo socioemocional no se limitan a la infancia. El desarrollo socioemocional sienta las bases en niñas y niños para relaciones saludables y bienestar emocional a lo largo de toda su vida. Te has preguntado ¿por qué es esencial que padres y maestros fomenten este desarrollo?
Promueve Relaciones Saludables: Los peques que tienen un desarrollo socioemocional sano, tienden a establecer relaciones más positivas con sus pares y adultos. Son más capaces de compartir, colaborar, resolver conflictos y demostrar empatía. Comprender este desarrollo nos permite guiar a los niños en el establecimiento de relaciones interpersonales saludables. Fomenta un Ambiente de Aprendizaje Positivo: Para los maestros, comprender el desarrollo socioemocional es vital para crear un entorno de aula en el que todos los estudiantes se sientan seguros, respetados y valorados. Los niños que se sienten emocionalmente apoyados están más dispuestos a participar y afrontar todo tipo de desafíos. Apoya la Regulación Emocional: Uno de los desafíos más grandes que enfrentan los niños de hoy en día, es aprender a manejar sus emociones. Los adultos informados pueden proporcionar herramientas y estrategias, ayudando a los niños a identificar y gestionar sus emociones de forma constructiva. Establece las Bases para el Bienestar Futuro: Los peques que desarrollan habilidades socioemocionales sólidas tienden a ser adultos con mayor autoestima, mejores relaciones y menor probabilidad de enfrentar problemas de salud mental. Conclusión: La infancia es una etapa fundamental para el desarrollo integral del ser humano. Por lo tanto, como padres y maestros, es CRUCIAL comprender y apoyar el desarrollo socioemocional en niñas y niños. Al hacerlo, además de beneficiarles en el presente, también estamos invirtiendo en su futuro y en el bienestar de nuestra sociedad. Juan Carlos Camarena --- ¿Quieres saber más? Inscríbete a nuestro Diplomado en Desarrollo Socioemocional Infantil, en el que a través de la música y otras herramientas, aprenderás a impulsarlo. En publicaciones anteriores hemos hablado sobre la inteligencia emocional. Básicamente consiste en poder identificar lo que sentimos, sabiendo estar con ello, sin actuar ni esconder nada. Una vez que logramos identificar y acompañar nuestros sentimientos y necesidades, es tiempo de expresarlos de manera que provoquen algo productivo.
¿Cómo hacer esto? Es una pregunta que todos nos hemos hecho en algún momento de nuestras vidas, o... ¿qué pasa si reprimes tus sentimientos? ¿Hay impactos negativos y positivos con respecto a esto? ¡Averigüémoslo! ¿Qué es la expresión constructiva de los sentimientos? Comencemos por establecer que “el sentimiento es un aliado, una ayuda para captar la necesidad que se tiene y que no ha resultado”. Estamos en una cultura en donde la palabra necesidad está satanizada; sin embargo, “las necesidades nos ayudan a crecer, debido a que son la expresión del impulso al desarrollo y sirven para preservarnos y promover el mismo”. “Contactar el sentimiento, nombrarlo, elegir a quién comunicarlo y cómo hacerlo crea seguridad en uno mismo, salud emocional y libera la energía emocional”, debido a que que no hablamos desde la reacción del sentimiento, sino de la necesidad que éste provoca. Por lo tanto, la elección de palabras y la manera en la que las comunicamos no es agresiva o violenta. ¿Qué pasa en la expresión destructiva - autodestructiva? “Las emociones reprimidas acumuladas se convierten en asuntos inconclusos y fuentes de estrés y de todo tipo de enfermedades”. Es por esto, que es tan dañina la expresión destructiva-autodestructiva de nuestros sentimientos. Consecuente a la represión de nuestros sentimientos podemos ser volátiles y podemos llegamos a lastimar al otro (sin mencionar a nosotros mismos). Guardar lo que sentimos hace que nos aislamos del mundo, ya que “reprimir los sentimientos conduce a la soledad desagradable y a la pérdida del sentido de la vida”. ¿Cómo vamos? ¿Fácil o difícil? Pongamos de ejemplo el enojo… ¿Qué sucede a la hora de expresarlo? El enojo nos puede causar muchos problemas, pero también puede ayudarnos: a) defendernos y defender a otras personas, ante un abuso o amenaza real b) tener la energía y motivación necesaria para mejorar nuestra vida y luchar por nuestros ideales c) establecer y fortalecer nuestra individualidad, sobre todo durante la infancia. Los problemas que tenemos, causados por el enojo, no están provocados por este sentimiento, sino por la manera en que lo manejamos. Manejarlo de forma constructiva significa, aprender a expresarlo adecuadamente. Es importante reconocer la diferencia entre enojo y agresión. El primero es un sentimiento, la segunda es una conducta. Expresión constructiva: Esta forma de expresión, busca establecer límites claros, defender nuestra posición, expresar nuestro disgusto y resolver los conflictos, sin amenazar la integridad y autoestima de las otras personas involucradas. Es expresarnos dentro de un marco de total respeto, hacia nosotros mismos y hacia los demás. En el caso del enojo, podemos expresarlo de manera constructiva, separando a la persona de su conducta. Si la persona hizo algo que no me gustó y me quejo de lo que hizo, no la califico, ni le pongo etiquetas. Es mejor expresarle "Me molesta cuando dices…, o no me gusta cuando haces…". Esto implica expresar nuestros sentimientos y deseos, y estar dispuestos a escuchar a la otra persona para buscar juntos una solución. Sin embargo, culturalmente no estamos acostumbrados a manejarlo de esta manera. Para poder llegar a esto, no basta sólo con recordarlo, sino también se necesita darle una salida energética de forma que nuestro cuerpo no se quede con esta emoción y se vuelva auto-destructiva. Esto es algo que hacemos en musicoterapia de forma muy efectiva. Siempre será más difícil poder manejar el enojo de forma constructiva si primero mi cuerpo no se ha liberado de la energía que genera. Nos atrapa. El problema no es sentir, es no saber manejar el sentimiento. La expresión de la emoción es para liberarnos de su carga energética, pero no debe hacerse a costa de lastimar a otros (o a nosotros mismos). Existen 3 heridas fundamentales: la herida del abandono, la herida del shock y la herida de la vergüenza. A partir de estas se van desarrollando otras, pero estas son las principales. En cada una de ellas, hay conductas, sentimientos y formas de reaccionar.
El abandono es un sentimiento universal. Se da de forma natural al nacer, ya que somos expulsados hacia la vida y al mismo tiempo abandonados por mamá. Nuestros padres, desde sus propios recursos, nos dan lo mejor que tienen, aunque a veces lo mejor que tienen no es lo mejor para nosotros. Muchas veces nuestros padres, maestros, hermanos, etc. tienen ideas de lo que sería mejor para nosotros. El niño ante las expectativas, generalmente se somete para ser querido y deja de ser el mismo. Nosotros desde niños, también fuimos abandonando lo que realmente somos. El abandono es en gran parte hacer a un lado nuestra esencia. Las heridas nos las llevamos a la vida adulta. Cuando no hemos identificado estas heridas, ponemos nuestra atención a todo aquello que se asemeje a ellas. De esta forma, vamos recreando en la vida cotidiana, todas aquellas situaciones que nos lastimaron. El ciclo puede no tener fin. Cuando no podemos amarnos, buscamos formas de protección, como las adicciones. Adicciones al trabajo, al poder, al reconocimiento, codependencia, sustancias, etc. Y ahí es en donde nos perdemos. No sabemos como amarnos, porque estamos buscando afuera lo que nos falta. El camino está en aprender a estar con nosotros mismos. Las heridas hay que reconocerlas. Ninguna herida está afuera. Hay que aprender a reconocerlas tanto en la infancia como en el presente. Cuando soy capaz de reconocer, acompañar y contener mis heridas, empiezo a tener bienestar. No venimos a esta existencia a cambiar. La gente cree que ir a terapia es cambiar quienes somos. No necesitamos cambiar. Necesitamos ser más nosotros mismos. Aunque no les guste a nuestros padres, parejas o jefes, somos lo que somos, y a eso venimos. Venimos a esta existencia a trabajar nuestras heridas; es así como nos volvemos más conscientes, más espirituales y más plenos. No dejes que tu niño herido sea quien tome la rienda emocional de tu vida. La Musicoterapia tiene varios estilos y entre ellos está el Modelo de Musicoterapia Humanista creado por el Dr. Víctor Muñoz Pólit, en 1983. Se ha difundido principalmente a través del Instituto Mexicano de Musicoterapia Humanista, reconocido por la WFMT (World Federation of Music Therapy). La Musicoterapia Humanista, es la integración de la psicoterapia y la música. Está sustentado en el enfoque Humanista, la Gestalt y en el modelo Core Energetics de John Pierrakos. •En la musicoterapia humanista sabemos que las mejores respuestas están adentro de la persona, y no como en otros modelos en donde las soluciones están en el terapeuta o las técnicas que se apliquen. El rol del terapeuta es facilitar y guiar, y no dirigir o ponerse por encima de la persona. •En la musicoterapia humanista se trabaja con la música, acompañándola de movimiento con el cuerpo, respiración, expresión dramática, etc. Esto permite expresar lo que generalmente resulta complicado a través de las palabras o ideas. •En la musicoterapia humanista se impulsa a que la persona aprenda de sus propias experiencias, llegando a niveles muy profundos que otras corrientes y técnicas no pueden. •Las principales actitudes que fomenta nuestro modelo son la empatía, la congruencia, responsabilidad, conciencia y aceptación incondicional. •La Musicoterapia Humanista tiende hacia la espiritualidad, ya que impulsa a través de sus procesos de crecimiento el que la persona reconozca su esencia. El trabajo en nuestro modelo permite atravesar una capa de creencias, introyectos y condicionamientos, que muchas veces bloquean nuestra verdadera esencia y nuestra búsqueda de sentido en la vida.. La principal ventaja de utilizar Musicoterapia, es que nuestras defensas no se disparan ante el efecto sutil y profundo de la música. La ventaja del Modelo de Musicoterapia Humanista, es que además integra el ámbito emocional y corporal, llegando a nivel consciente e inconsciente. Tenemos una concepción humanista. Esto significa que nuestro enfoque: •No se centra en los problemas, sino en los recursos de la persona. •No es directivo; la prioridad es que la persona aprenda y descubra por sí misma las respuestas que ya viven adentro de sí misma. La inteligencia emocional, desde la Musicoterapia Humanista. - No hay emociones “positivas” o “negativas”. Lo negativo o positivo, está en lo qué hacemos con ellas. - Inteligencia emocional no es controlar nuestras emociones, es saber manejarlas y expresarlas de formas constructivas. - Controlar nuestras emociones nos genera tensiones psíquicas y físicas, además de que perdemos una gran fuente de información sobre quienes somos y qué queremos en la vida. Hay que expresarlas y liberarlas energéticamente, de forma constructiva. -Expresar nuestras emociones de forma constructiva, impacta positivamente nuestro sistema inmunológico, mejorando la salud. Por otro lado, nos ayuda a reconocer quiénes somos, a valorar lo que somos (autoestima) y a evitar conductas autodestructivas y patrones adictivos. La música llega a donde la mente y las palabras no pueden.
Muchos de nosotros hemos escuchado el término “inteligencia emocional” desde hace tiempo. En muchas ocasiones la gente lo confunde para referirse a una habilidad: no dejar que las emociones intervengan en nuestras decisiones y en nuestra vida diaria. Es curiosa esta forma de interpretar el concepto, ya que se sabe que las emociones son precisamente una gran fuente de información. Hacer a un lado nuestras emociones sería lo menos inteligente, desde la perspectiva del desarrollo humano.
El concepto “inteligencia emocional” tiene muchos años y fue popularizado a mediados de los años noventa, con la publicación del célebre libro de Daniel Goleman. No pasó mucho tiempo en que surgió la tentación de medirlo como si se tratara de un coeficiente intelectual, probablemente porque la inteligencia se sigue asociando sólo a lo racional. Podemos definir de manera general a la inteligencia emocional como la habilidad para identificar, regular y expresar de forma constructiva nuestras emociones. Hay que tener especial cuidado en no confundir esto con “manipular”, “controlar”, o “reprimir” nuestras emociones. El Dr. Víctor Muñoz Pólit, creador del modelo de Musicoterapia Humanista, ha comentado en varios congresos: “lo que no se expresa, tarde o temprano se actúa". Y si algo se expresa únicamente en una dimensión, se actuará de manera inconsciente en otras. Alguien que controla su enojo e intenta mentalmente hacerlo desaparecer está muy lejos de la inteligencia emocional. He observado que por lo general, suele confundirse inteligencia emocional con “control emocional”. Los seres humanos no sentimos por accidente. Las emociones tienen una razón de ser: son el lenguaje de nuestras necesidades y lo que nos vincula al mundo. Si alguien está enojado, existe todo un contexto detrás de su enojo. Y si este enojo no se expresa, tarde o temprano se actuará, ya sea de forma pasiva o activa, consciente o sin que la persona se de cuenta. De ahí la importancia en que las emociones se expresen. Cuando alguien se encuentra enojado, triste o con miedo, no bastará aplicar “control mental” para que la emoción no afecte mis decisiones o mi vida. Es necesario expresarnos y movilizar la energía que a nivel corporal genera cada emoción. Si esta energía no se mueve, la emoción “se atora” y de ahí vienen las depresiones, las enfermedades, las dinámicas ocultas, la manipulación, las adicciones, las inseguridades, la agresión pasiva, etc. La próxima vez que veas a alguien enojado o triste sabrás que lo que necesita no es controlar su emoción, sino sacarla de una forma en que no afecte a los demás y que tampoco se haga daño a sí mismo. Cuando alguien aprende a expresar sus emociones de forma constructiva, entra en un proceso de aprendizaje e incrementa su nivel de consciencia. Hay una gran diferencia entre 2 tipos de personas: las que controlan sus emociones y las que saben escucharlas para saber elegir mejor, viviendo de forma más plena. La Musicoterapia Humanista, trata específicamente de esto. Emplea la música como lenguaje principal, ya que la música llega a lugares que las palabras no pueden. El modelo de Musicoterapia Humanista tiene una visión completa, ya que además de darle un lugar especial a las emociones, trabaja la energía, el cuerpo y el alma de la persona. Lo más importante, es que la música no sea utilizada únicamente como una medicina, sino como un maestro que nos ayude a tomar consciencia de lo que hacemos en la vida. Alma sana, cuerpo sano. Nuestro día a día esta escoltado de infinitos sonidos, ritmos y melodías de los cuales no somos conscientes la mayor parte del tiempo y que de una u otra manera se reflejan en nuestras emociones, nuestro cuerpo o nuestro estado de ánimo.
La pureza y virtud que posee la música ha permitido a mis sentimientos, a mi movimiento y a mi creatividad brotar a la superficie para seguirme descubriendo, es por ello que creo firmemente en la sanación a través de ella. Mi contacto con la musicoterapia ha traído nuevos conceptos y percepciones que me permiten fluir de una manera más empática y sorpresiva, además de que gozo de ser acompañada por una sensibilidad exquisita la cual he ido cosechando y reforzando durante este tiempo. Para mí, la musicoterapia además de ser una herramienta psicoterapéutica, es una posibilidad de relación y comunicación conmigo, con el otro u otros. Durante mi experiencia en el diplomado de musicoterapia para niños he logrado hacer un contacto profundo con mi niña interior, con las vivencias de aquellos años que hoy forman parte de mi historia psico-emocional, corporal y social y que como primer objetivo se encuentra el darme cuenta, aceptar y/o trabajar sobre mis dimensiones para posteriormente empatizar con los demás y el entorno. De allí la importancia de conocer y brindar herramientas para el proceso del niño en cada etapa de su crecimiento según sus necesidades, dónde no solo la música juega el papel principal, también es acompañada por actividades arte-terapéuticas y de expresión corporal de manera que tenga un impacto que estimule su creatividad y favorezca diversas áreas de su desarrollo emocional, motriz, espiritual y psicosocial. A lo largo de este entrenamiento, además de contar con una amplia gama de teorías sobre el desarrollo del niño, he fortalecido técnicas y sobre todo sensibilidad para identificar necesidades y/o factores de prevención o riesgo en el que se pueda encontrar la persona o el grupo y así ofrecer una mejor intervención que ayude a incrementar su potencial. Ha sido un proceso sublime en el cual he reforzado mis habilidades tanto profesionales como personales, dónde en conjunto con mis compañeras y facilitadoras hemos fomentado un ambiente lúdico de confianza, respeto, empatía, participación y dónde se han desencadenado olas de creatividad y libertad expresiva. Además de caminar con el apoyo y contención de los facilitadores así como el respaldo, un ambiente cálido y oportunidades que brinda el instituto. Crystal Hurtado Jiménez. (Psicóloga Social y estudiante del Diplomado en Musicoterapia para Niños en el IMMH) La gran mayoría de nosotros la hemos padecido sin saberlo.
La depresión es la forma más común de sufrimiento. Podemos compararla con una gripa que se extiende por meses, a la que muchas veces nos adaptamos y nos parece algo “normal”. Hay gripas en las que sólo sentimos el cuerpo cortado, otras en las que tenemos escurrimiento nasal, y también otras en las que nuestra vida corre peligro. Como todo, aceptarlo suele ser el primer paso. La depresión puede ser clara o encubierta. Típicamente escuchamos que alguien está deprimido por que lo vemos triste o decaído. Pero muchas otras veces hay quien se encuentra deprimido, y en la superficie sólo lo vemos irritable o molesto. La depresión tiene que ver con nuestro sentido de vida, sin embargo, esto no solo se resuelve desde nuestra cabeza. Nuestro cuerpo necesita renovar toda su energía. A diferencia de la gripa, el cuerpo puede llegar a hacer las cosas por si solo y sanarse. En el caso de la depresión, se necesita mucho más: valor. ¿Has perdido algo últimamente? Puede ser un ser querido, una relación, un sueño, etc. ¿Se te dificulta ponerte en movimiento en tu vida? ¿Te diriges con facilidad hacia lo que quieres? ¿Tu actitud en general es pesimista? No necesitas estar triste para estar deprimido. Puedes estar simplemente enojado(a). Las emociones pueden rescatar nuestra energía y dirección hacia lo que queremos. Pero primero hay que verlas, aceptarlas y finalmente, liberarlas. Cuando desbloqueamos nuestras emociones y aprendemos a canalizarlas de forma constructiva, es posible salir de esa fantasía llamada depresión. Y digo fantasía, porque la depresión no es la realidad, es solo una forma de reaccionar. La psicoterapia con música ha demostrado ser una excelente forma de aprender a liberar esta energía emocional y de identificar hábitos que aprendimos de nuestro entorno que nos hacen caer en la trampa. El problema es que no todos se acercan, precisamente porque en la depresión, hay poca energía para optar por uno mismo. Sin embargo, toda transformación empieza por un paso. No hay que esperar a tocar fondo. |
AuthorINSTITUTO MEXICANO DE MUSICOTERAPIA HUMANISTA Archives
Octubre 2023
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